FE.
Dios siempre busca el sacrificio del corazón, ya que es el corazón rendido lo que cree. La fe viene del corazón, no de la mente. Vivir una vida de entrega a Dios sólo puede dar lugar a una fe cada vez mayor. Este lugar de entrega es una expresión de la dependencia de Dios.
Tal dependencia proviene de la humildad, lo cual significa básicamente “vernos como Él nos ve”. La dependencia es la entrega manifiesta. Es la apariencia de la verdadera humildad.
Así, pues, la fe y la humildad están relacionadas.
La fe no es un producto de la inteligencia ni del esfuerzo humano. No es el fruto de nuestro trabajo, o si no sería de origen humano. La fe es de otro mundo, está firmemente anclada en la naturaleza, la presencia y las promesas de Dios.
Es vital para una gran fe, aprender a acudir a Él con temor reverente, sabiendo que somos aceptados por Él. La fe no es un producto separado de Él, sino que es por causa de Él. La fe es el resultado de su naturaleza que tiene un impacto en el corazón del creyente.
Los sacerdotes del Antiguo Testamento no se podían vestir con lana en la presencia de Dios, ya que la lana podía hacerlos sudar. Recibieron instrucciones de usar lino. La ilustración es bastante clara, no podemos venir ante Dios a través de nuestro propio esfuerzo (sudor). Debemos llegar delante de Él a través de Su esfuerzo, el cual fue concebido para hacernos
La fe no viene por el esfuerzo;
viene por la entrega.
aceptables ante Él. A la fe se le llama un fruto y un don del Espíritu. Usted nunca ha escuchado a un árbol frutal quejarse y esforzarse para producir el fruto. El fruto en desarrollo es la evidencia de que el árbol mantiene su lugar (permanece) en el suelo con el fin de recibir correctamente los nutrientes, la luz solar y la humedad. De la misma manera, aquellos que permanecen en Cristo no pueden dejar de crecer en la fe, como resultado de estar expuestos continuamente a Su naturaleza a través de Su Palabra y Su presencia manifiesta. Es un resultado natural así como lo es para un manzano producir manzanas.
Cuando me encuentro ansioso, me hago la pregunta más importante, ¿cómo perdí mi paz? Si la puedo responder, por lo general soy capaz de detectar la mentira que creí que provocó tal conflicto en mi alma. Le siguen la confesión y el abandono del pecado, lo cual Dios utiliza para restaurar la paz. Y ese lugar de paz es el lugar donde madura la fe.
Oración
Padre, reconozco que Jesús hizo posible que yo viniera ante Ti.
Este privilegio no era algo que pude haber ganado. Así que descanso en los logros de Jesús alcanzados a mi nombre. También reconozco que en mi entrega a Ti, Tu corazón se manifiesta a través de mí. Y ese es mi gran deseo. ¡Sé glorificado en y a través de mí en este día!
Declaración
Hoy elijo vivir una vida de entrega, creyendo que Dios será glorificado en lo que soy y en todo lo que hago. Vivo de esta manera porque soy altamente favorecido por el Señor. Su paz, la atmósfera del cielo, es mi porción
EL anterior capítulo hace parte del libro ROMPA su MOLDE
por Bill Johnson